La producción de los compositores mexicanos del siglo XX es la más abundante de nuestra historia musical, y muestra un abanico muy amplio de prácticas musicales, propuestas estéticas y recursos composicionales. Para resumir la diversidad y la pluralidad de la música mexicana de concierto durante el siglo XX es conveniente referirse a tres periodos históricos (1870-1910, 1910-1960 y 1960-2000).
Eclecticismo: 1910-1960
Si algo caracteriza a la música mexicana de concierto durante las primeras seis décadas del siglo XX es el eclecticismo, entendido como la búsqueda de soluciones intermedias más allá de posturas extremas o hacia una sola dirección estética. El eclecticismo musical fue el punto de confluencia de diversos estilos y tendencias usados por los compositores mexicanos, aquellos que cultivaron más de un estilo musical o corriente estética durante su trayectoria creativa. Además, muchos compositores buscaron un estilo musical propio a través de la hibridación o mezcla estilística, a partir de las diversas corrientes estéticas que asimilaron de la música europea y americana.En este periodo se aprecia que la mayoría de los compositores mexicanos siguieron un camino ecléctico, el cual les permitió aproximarse a varios estilos combinando elementos musicales nacionales o de otras corrientes. Las principales tendencias cultivadas durante el periodo 1910-1960 fueron, además de la nacionalista, la posromántica o neorromántica, la impresionista, la expresionista y la neoclásica, amén de otras excepcionales, como el llamado microtonalismo.
Durante la primera mitad del siglo XX la música y las artes no fueron ajenas a la gran influencia ejercida por el nacionalismo, fuerza ideológica que ayudó a la consolidación política y social de los países latinoamericanos en la búsqueda de una identidad cultural propia. Si bien el nacionalismo musical disminuyó su importancia en Europa hacia 1930, en América Latina continuó como una corriente importante hasta más allá de 1950. El México posrevolucionario favoreció el desarrollo del nacionalismo musical a partir de la política cultural aplicada por el Estado mexicano en todas las artes. Ancladas en la estética nacionalista, las instituciones culturales y educativas oficiales apoyaron la obra de artistas y compositores, y propiciaron la consolidación de una infraestructura musical moderna basada en la enseñanza y la divulgación.
Desde
la época de José Vasconcelos, en la que se planteaba la necesidad de que todas
las escuelas primarias contarán con profesores de música, a fin de que la música
estuviera vinculada firmemente a la educación general, se han hecho
planteamientos tendientes a lograr este objetivo.
En
1922 se creó la Dirección de Cultura Estética que tenía, entre sus funciones, la
de atender la educación musical desde el nivel del jardín de niños, las
primarias, la escuela normal para maestros, los centros de orfeón y la
participación en festivales y actividades de difusión musical.
En
1924, “La SEP reduce en un 50% el profesorado y personal administrativo de la
Dirección, con lo cual se cambia el nombre por el de Dirección
Técnica de Solfeo y Orfeones. Se clausuraron 6 Centros de Orfeones de los
20 existentes, y de las 100 plazas para acompañantes de piano se aprobaron únicamente20.”
Por
otra parte se planteó la necesidad de crear un buen programa de solfeo y canto
coral para que los alumnos, al terminar su enseñanza elemental, tuvieran
nociones artísticas. Encontramos, sin embargo, en esta época que sólo el 1%
de los alumnos que termina el 6º grado de primaria se dedicaron a alguna
carrera artística.
En
1925, se implantó el libro “Solfeo Especial para las Escuelas Normales y
Primarias Superiores”, del maestro Miguel Castillo Marín, fungiendo como
director del área Joaquín Beristán. También se creó la “Metodología del
Solfeo” de Fernando González de la Peña, que es usado durante muchos años.
Para
el año de 1972 “se atienden 136 Escuelas Nocturnas y se cuenta con 70
Profesores urbanos y 15 foráneos; 8 de orquesta típica y 18 de orfeón
popular. En las clases de solfeo y canto coral se atiende a 23,400 niños y
25,780 niñas; en los Centros de Orfeón, a 4,000 obreros “. Se menciona que
en esta época existió colaboración por parte de músicos profesionales dada
la carencia de profesorado.
Entre
las actividades extraescolares más frecuentemente citadas en esta época
hallamos la participación en festivales populares al aire libre y en espectáculos
populares en barrios marginados. Las fiestas escolares en los cines también
cuentan con la cooperación de la Dirección.